jueves, 18 de junio de 2015

Arturo Borja

Fue un poeta ecuatoriano, perteneciente al movimiento llamado la Generación decapitada y el primero del grupo en despuntar como modernista. Es muy escasa su obra artística pero suficiente para determinar la calidad de poeta: una corona de veinte composiciones forma el libro titulado La flauta de ónix, y seis poemas más; obras que fueron publicadas póstuma mente.
Nació en Quito en 1892. Su progenitor, el doctor Luis Felipe Borja Pérez (padre), le condujo consigo París para tratar una enfermedad en su ojo cuando Arturo apenas entraba en la adolescencia.
Dotado de una gran sensibilidad, dominó rápidamente la lengua francesa. En poco tiempo el contagio de los poetas simbolistas fue total: literatura y costumbres; especialmente Baudelaire, el extraño e impresionante autor de Las flores del mal y la de aquellos otros deliciosos intérpretes como Verlaine. Fueron sus versos predilectos los de Alarmaré, de Samain, de Baudelaire,Rimbaud, etc.
Con respecto a su relación con los demás poetas de la Generación decapitada, fue un gran amigo de Humberto Fierro y de Ernesto Noboa y Caamaño, con los que mantuvo en vida una considerable correspondencia. Medardo Ángel Silva, aunque no lo conoció personalmente, sí profesó una gran admiración por él, dedicándole un poema de su libro El árbol del bien y del mal.
Pero el joven corazón de Arturo Borja, en pocos años pasó de las alegres ilusiones juveniles a la desesperante melancolía que tradujo a sus composiciones. Anhelaba la muerte. Esta llegó por mano propia, con una sobredosis de morfina.
Se suicidó en la ciudad de Quito, el 13 de noviembre de 1912, contando apenas con 20 años de edad, murió por una sobredosis de morfina.

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